Pintar mandalas con música relajante de fondo, ayuda al niño a autoconcentrase y concentrar toda su energía en el dibujo.
Asimismo, los mandalas fomentan el razonamiento y funcionan como un estímulo al aprendizaje, comunicación y expresión.
Por otra parte, ayudan al niño a superar situaciones problemáticas a nivel emocional: fobias sociales, ansiedad, experiencias traumáticas, miedos, etc. Y, como si todo esto fuera poco, desarrollan la paciencia, despiertan los sentidos y mejoran el autoestima.
Los adultos utilizan a los mandalas como medio de curación para el alma, para ganar más confianza y concentración, para descubrir el equilibrio general y, como método para meditar activamente.
Qué buena idea para entretener a los sobrinos!
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